Instructor en el área técnica superior – ITSE

UNIVERSIDADES, INNOVACIÓN Y DESARROLLO SOSTENIBLE

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Por: Javier Eduardo Frago Madrigales | [email protected]

Vemos en las diferentes instituciones de estudios superiores muchos esfuerzos, después de la pandemia COVID-19 y las consecuencias del actual conflicto Ucrania-Rusia, por adecuar sus labores académicas; para atraer y mantener a los estudiantes en sus claustros educativos. Se han registrado avances, tropiezos y retrocesos en el uso de la virtualidad para superar los desafíos y mantener funcionando las actividades académicas.

Por otro lado, el conflicto bélico que afecta al mundo entero también produce efectos negativos pues la economía; la estabilidad y seguridad mundial sufren por ello. Todas las actividades son afectadas incluidas las educativas. Por esto no solo es importante la pertinencia de las carreras y los contenidos ofrecidos por las mismas, sino ganar la fidelidad de los estudiantes; el aumento de la matrícula y la atracción de personal formador con entusiasmo y con ganas de producir ciudadanos competentes en las áreas productivas. En el caso de técnicos superiores, también debe ser prioridad.

En otras latitudes se está dialogando sobre cómo ayudar a los profesionales con vocación, pero con alguna necesidad de nivelación en el uso de las tecnologías de la información y comunicación -TIC-, que les pueda servir para trabajar de forma presencial, virtual; y también en el caso de dar clases donde los alumnos escogen si podrán asistir o no de acuerdo con sus posibilidades de horario. Todo esto dependerá mucho del tipo de carrera que se esté estudiando, pero es un camino para mantener a los estudiantes hasta el logro de la meta anhelada. Es un nuevo rumbo en cuanto a la tradición vigente en los recintos educativos superiores, pues antes se tenía la idea de que la población estudiantil debía amoldarse a la institución educativa, ahora vemos una tendencia en que la casa de estudios trata de facilitar y mejorar la experiencia de los alumnos antes, durante y después de graduarse.

Considero que debemos caminar en esa dirección. Vemos en universidades de renombre que los planes de estudio son muy flexibles, hasta la medida de no dañar la calidad del profesional formado, buscando darle oportunidades que podemos llamar, a la medida de los intereses; necesidades, mercado de trabajo y dones de cada persona.

En las regiones donde tenemos concentradas las universidades mejor catalogadas del mundo, como Norteamérica, Europa y Asia, se busca ofrecer esta flexibilidad además de incentivar la creatividad, la investigación, el valor por las personas, competencias blandas, cuidado del medio ambiente y desarrollo sostenible. Midiéndose el éxito de tales universidades según la participación de sus estudiantes, profesores y graduandos, en los proyectos que incidan en el futuro y bienestar de la humanidad. Esta oportunidad de formación debe ser igual para todos, y muestra de ello puedo mencionar que de un grupo de 13 ganadores de la beca Fullbright, nueve fueron mujeres.

Sobre el tema, vale referir de un evento celebrado en agosto pasado, la disertación del Dr. José Sabino Sámano Castillo, profesor e investigador universitario, denominada “La Contribución de las Universidades al logro de la Agenda 2030, a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Lecciones aprendidas de las experiencias de América Latina”.

Como instructor docente universitario a nivel técnico superior sugiero, de manera positiva, a toda la comunidad universitaria del país que, a través del trabajo en equipo, unamos esfuerzos para mejorar la situación general de la población. Me refiero a asuntos concernientes a la pobreza, la alimentación, las oportunidades para las mujeres, la conservación del medio ambiente, el acceso al agua potable, los derechos de nuestros hermanos indígenas y la educación con igualdad para todos, tópicos que fueron abordados durante la citada disertación del Dr. Sámano. Se trata de iniciativas para poder, cada uno en su campo de acción, trabajar por el bien común.

En el importante sector laboral del país, donde incluimos a los técnicos, muchas veces relegados en cuanto a su remuneración y reconocimiento, son el músculo productivo que representa una esperanza para mejorar la economía, personal, familiar y nacional. Esto de manera rápida, si aplicamos modelos exitosos de otros países, pero al estilo nuestro, bien panameño, donde trabajemos de verdad en el mismo equipo tanto empresarios, formadores, Estado y población en general por Panamá.

***Las opiniones aquí expresadas son de exclusiva responsabilidad del autor, y pueden no coincidir con las del cuerpo editorial de esta revista o las de este gremio empresarial.

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