Es fundamental estimular la capacidad intelectual y cognitiva de quienes padecen estos síntomas.

Atención psicoemocional para la ansiedad y la depresión

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La pandemia trajo consigo situaciones difíciles en la vida cotidiana como el distanciamiento social, que repercuten, además, en la salud mental.

Por: Malema De León  |  [email protected]

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado reportes relacionados al aumento de la depresión y la ansiedad en el contexto de la COVID-19. En mayo pasado,  por ejemplo, hizo referencia a estudios efectuados en diversos países, como Etiopía, donde la prevalencia de tales síntomas se triplicó con respecto a los niveles anteriores a la pandemia. En tanto, en China, se han notificado tasas elevadas de depresión (50%), ansiedad (45%) e insomnio (34%) en el personal sanitario, y en Canadá, el 47% de los profesionales de la salud ha referido que necesita apoyo psicológico.

De acuerdo con el organismo, los profesionales sanitarios de primera línea, que se enfrentan a una sobrecarga de trabajo, al riesgo de contagio y a la necesidad de tomar decisiones de vida o muerte, son algunos grupos poblacionales que pueden ser más proclives a sufrir malestar psicológico.

En atención a esta situación, la OMS hace énfasis en la necesidad de “seguir apoyando la aplicación de medidas de ámbito comunitario para fortalecer la cohesión social y mitigar los sentimientos de soledad, en particular en las personas más vulnerables, como los ancianos. A este respecto, gobiernos, autoridades locales, sector privado y población deben asumir sus respectivas responsabilidades, tomando la iniciativa para abastecer de alimentos, llamar periódicamente a las personas que viven solas y organizar actividades en línea que permitan estimular las capacidades intelectuales y cognitivas de estas personas”.

En Panamá, desde abril pasado, inició la atención psicoemocional, a través de la línea de llamada 169, con el fin de brindar apoyo psicológico a las personas afectadas por el virus. A través de ésta, profesionales en atención psicológica, psiquiátrica y brindan orientación a los pacientes que presenten miedo, ansiedad, angustia, nerviosismo, mal humor, problemas para dormir entre otros síntomas que afectan a la salud mental.

Balkys Álvarez, psiquiatra del Hospital Paitilla, comentó sobre el riesgo psicosocial de la pandemia, la cual aseguró “está sobrepasando daños sociales y en salud mental”.

Álvarez añadió que ansiedad, depresión, estrés, crisis emocionales, pánico, tensión, miedos y reacciones adaptativas son las manifestaciones psicosociales más frecuentes. “Se habla de ansiedad patológica, cuando los síntomas ansiosos, la preocupación o los síntomas físicos se han prolongado en el tiempo, hay un sufrimiento intenso y causa malestar clínicamente significativo en áreas importantes del funcionamiento de la persona”, detalló.

A juicio de la profesional de la salud, se debe prestar atención a la aparición de ciertos síntomas muy definidos, sobre todo si no los hemos sentido antes. En el caso de la ansiedad, hay preocupación excesiva (anticipación), con algunos otros síntomas como inquietud, “nervios de punta”, fatiga, dificultad para dejar la mente en blanco, irritabilidad, tensión muscular y problemas de sueño.

Por otro lado, la depresión como trastorno es la manifestación de un estado de ánimo deprimido (tristeza, vacío, desesperanza), pérdida del interés o placer, diminución o aumento de apetito, problemas de sueño, inquietud motora, fatiga, desesperanza, minusvalía o culpa, dificultad para concentrarse, pensamientos de muerte recurrentes. “Para ser considerado trastorno depresivo, estos síntomas deben estar presentes por lo menos durante dos semanas”, indicó.

Ambas condiciones pueden coexistir, agregó, por lo que la persona que manifieste cualquiera de las dos, requiere apoyo de su entorno familiar. A continuación, algunas sugerencias:

  • Mantenerse activo es positivo, libera estrés y refuerza la autoestima.
  • Realizar ejercicios físicos y de relajación.
  • Recordar la importancia del autocuidado.
  • Organizar los tiempos de trabajo, tomar descansos.
  • Tener un patrón de sueño regular.
  • Conectar con otras personas.
  • Buscar contacto con la naturaleza.
  • Apoyo espiritual.

Álvarez recomienda, igualmente, implementar la atención de salud mental individual y grupal a personas, familias y comunidades afectadas; e individualizar cada caso. “Hay que evaluar las necesidades psicosociales de cada individuo.  El entorno familiar juega un rol de apoyo, sosiego, ánimo y contención ya que muchas veces son la primera ayuda emocional”, sostuvo.

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