Por: Myrja Ceballos | [email protected]
La economía inteligente es la base principal del desarrollo urbano en una comunidad inteligente. Se fundamenta en conceptos para impulsar la sostenibilidad y el atractivo para nuevas inversiones.
Tal concepto hace referencia al comercio electrónico, las empresas de base digital, la productividad incrementada, los nuevos modelos de servicios y de negocios, ecosistemas de innovación, empleo, emprendimiento. La interconectividad local y global, el posicionamiento internacional a través del flujo de bienes, servicios y el conocimiento de forma física y/o virtual.
Ante tanta variedad de conceptos, me pregunto: ¿Cómo crear una economía inteligente que sirva para sostener todo el ecosistema? Lo primero que me viene a la mente es aprovechar los recursos que tenemos salvaguardando al individuo, generando buenas oportunidades y, sobre todo, calidad; y lo segundo, que sea sostenible.
La economía inteligente presenta ciertos beneficios interesantes
- Genera grandes oportunidades de hacer negocio, inyectando un crecimiento económico para el país.
- Brinda la oportunidad de evaluar el desempeño económico, social y ambiental; es decir, permite tener una visión más clara hacia la realidad que se debe vivir basada en la información obtenida y el impacto que tiene cada una.
- Poner a prueba ese emprendimiento para poder capitalizarlos y en tal caso, realizar ajustes en tiempo real.
- Reducción de costos y gastos en las empresas.
- Mejora el ambiente que rodea a las personas, la zona urbana y periférica.
Pero, también presenta ciertas desventajas:
- Alto costo de implementación, puesto que se requiere gran inversión para la adquisición de tecnología.
- Se requiere de experticia y conocimiento para este tipo de implementación, aspectos en los que hay carencia y deficiencia.
- Los consumidores o ciudadanos, de alguna manera, pierden intimidad, ya que la data es la principal fuente de información para crear productos, servicios y observar los hábitos de compra, entre otros factores.
- Existen países, empresas o ciudades donde la tecnología no está muy avanzada, por ende, la brecha es más angosta. Esto trae como resultado un proceso lento en la implementación.
Podemos empezar a practicar la economía inteligente en las empresas, sobre todo en las áreas que requieran mejorar su productividad, modelo de gestión e incremento de las ventas, con la tecnología e innovación.
Pero, ¿por dónde iniciamos? Con la capacitación y la orientación acerca de los beneficios de incorporar análisis de datos y tecnología disruptiva. La primera es toda información que podemos obtener de nuestros clientes, proveedores, colaboradores, competencia, redes de contacto de la empresa; es decir datos que se estudian y analizan para sacar nuevos productos o servicios; y la segunda, aquella que tiene la capacidad de romper algo que se hacía de manera acostumbrada. Algunas de esas tecnologías son el internet de las cosas, los teléfonos móviles y la robótica; es decir, que han cambiado la forma de vivir de las personas.
En las empresas esto ayuda a una mejora de toma de decisiones y, definitivamente, a mejorar sus procesos que les ayudará a ser sostenibles en el tiempo.
Por otra parte, donde podemos impulsar estos conceptos son en los emprendimientos que han sido protagónicos en este último año mejorando la calidad de vida de las personas y la comunidad en general.
Para convertirnos en una ciudad inteligente debemos aprovechar la tecnología sin ningún tipo de brechas y con políticas innovadoras que ayuden a la sostenibilidad de manera permanente. Considero que las pymes y los emprendedores pueden contribuir a generar esos grandes cambios de modo inteligente.
*Las opiniones aquí expresadas son de exclusiva responsabilidad del autor, y pueden no coincidir con las del cuerpo editorial de esta revista o las de este gremio empresarial.
