Una de las señales de una empresa próspera es el crecimiento constante y sólido. Sin embargo, sabemos que esto no ha sido fácil de lograr en los últimos años. Consolidar la escalabilidad de las organizaciones en contextos impredecibles se ha convertido en el reto constante de los líderes empresariales, pues sortear una economía mundial en desaceleración, la incertidumbre geopolítica, el COVID, guerras, entre otras eventualidades más que ya existen o que pueden surgir, no es tarea fácil.
Según la consultora McKinsey en su documento Las diez reglas del crecimiento, una empresa típica creció tan solo un 2,8% anual durante los diez años anteriores al COVID, y solo 1 de cada 8 registró tasas de crecimiento superiores al 10% anual.
Bajo este contexto, es determinante conocer y entender qué necesitan las organizaciones para impulsar su crecimiento y que, además, se cree valor. De acuerdo con el documento citado, hay tres elementos fundamentales que los líderes empresariales deben tener en mente a la hora de planificar la estrategia de crecimiento de su organización:
- Contar con una aspiración audaz, pensar en grande y tener una mentalidad que acompañe este propósito.
- Tener los facilitadores adecuados y poder integrarlos en la organización. Contar con el mejor equipo y aliados para hacer posible dicha aspiración.
- Asegurar vías claras y herramientas que permitan hacer posible las iniciativas de crecimiento. Entre más preparado se esté, más fácil va a ser ‘surfear la ola’.
Mucho de este panorama, difícil pero no imposible, es lo que abre las puertas a la creatividad y resiliencia. Si bien todo puede lucir incierto, las empresas no pueden dejar de planificar su crecimiento, por lo que el hecho de anticiparse con una estrategia que incluya innovación y tecnología se traducirá en desarrollo escalable.
Hoy más que nunca las compañías deben permanecer actualizadas y alineadas a las tendencias que resuenan en el mercado y, a su vez, contar con las herramientas y aliados para hacerlo.
Ya teniendo clara esta base, es necesario pensar y desarrollar una ambición definida de crecimiento en la que, sacando provecho de las experiencias pasadas, se ejecuten planes más robustos, pero a la vez más flexibles y resilientes. Encarar el año 2023 preparados, no tendrá un resultado diferente que impulsarnos hacia el futuro con éxito.
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