Por: Gustavo Manrique Salas | [email protected]
En su novela “El Camino”, el escritor español Miguel Delibes inicia su narración con la siguiente frase: “Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así”.
Y acá estamos en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo y para colmo hiperconectado. En esta era de cambios profundos y conflictos sociales el vaso puede verse medio lleno o medio vacío, pero es innegable que los riesgos globales generan gran inquietud.
El liderazgo responsable es hoy más importante que nunca para reconstruir un tejido social fragmentado. Hoy la gente busca en quien creer. Los estudios de credibilidad en los países de Latinoamérica ponen en evidencia una dura realidad: la gente ha dejado de confiar en sus instituciones, los gobiernos y la credibilidad en los empresarios y los políticos están por el piso.
Las empresas juegan un rol fundamental en la sociedad, y el poder innovador y transformador de las marcas emerge como un recurso para modelar un mundo mejor del que tenemos actualmente.
Los ciudadanos y consumidores esperan mucho más de las empresas que una retórica de marketing emocional. Su relación con las marcas ha evolucionado en ciertos segmentos que quieren ver un compromiso más firme de éstas. Se espera que las empresas creen valor a la sociedad además de generar riqueza.
Han pasado más de tres décadas desde que Peter Drucker presentó su libro “La Sociedad Post Capitalista” (1993), publicado justo cuando yo iniciaba mi camino en la consultoría.
Cuando Peter Drucker acuñó el concepto de la sociedad post capitalista, nosólo había realizado una argumentación teórica sobre los activos en los cuales tenían que trabajar las empresas para ser competitivas y exitosas, sino que había establecido una clara visión del futuro de las organizaciones y la sociedad.
Los activos de la sociedad post capitalista, llamados intangibles como el capital intelectual, la confianza o la reputación, son factores que promueven el desarrollo económico y social y además, crean las condiciones para que las personas y las sociedades puedan asumir los retos de la competitividad.
Desde aquella época Drucker orientaba la responsabilidad social, ambiental y de gobernanza de las empresas cuando declaraba: “las organizaciones tienen la responsabilidad de tratar de encontrar un enfoque para los problemas sociales básicos, que esté de acuerdo con su competencia y que, ciertamente, convierta los problemas sociales en oportunidades para la organización”.
Esto exige a las empresas trabajar sus vínculos con una múltiple cantidad de stakeholders que cada día quieren saber más de ellas, sus políticas comerciales, la responsabilidad social, su respeto al medio ambiente, la transparencia y gobernabilidad de sus procesos y su gestión financiera entre otros. Hoy no es suficiente decirlo, hay que demostrarlo.
“Tiempos oscuros y difíciles nos aguardan. Pronto deberemos elegir entre lo que es correcto y lo que es fácil”», le decía Albus Dumbledore, el mago más poderoso, a Harry Potter, y es así.
Ha llegado el tiempo de las empresas y de sus líderes para elegir lo correcto. El tiempo de lograr un verdadero desarrollo sostenible, mientras se genera prosperidad.
***Las opiniones aquí expresadas son de exclusiva responsabilidad del autor, y pueden no coincidir con las del cuerpo editorial de esta revista o las de este gremio empresarial.