Por: Lilia Liu | [email protected]
Uno de los desafíos más apremiantes de nuestro siglo, y que amerita la toma de medidas inmediatas, es el cambio climático. En los últimos años hemos visto cómo la temperatura está aumentando, la biodiversidad se está destruyendo, los glaciares en los polos se están derritiendo con extremada rapidez, generando cambios radicales en el ecosistema (huracanes, sequías, inundaciones) y los medios de vida están bajo amenaza.
Los más vulnerables al cambio climático son los países en desarrollo, pues tienen menos posibilidades de afrontar sus consecuencias. Es importante que los financiamientos estén alineados con el objetivo de lograr un desarrollo adaptable al clima, para ello en el año 2010 se estableció el Green Climate Fund (GCF) o Fondo Verde para el Clima, como órgano de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que financia proyectos de mitigación y adaptación al cambio climático en los países en desarrollo.
El GCF tiene un papel crucial en el cumplimiento del Acuerdo de París, apoyando el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global promedio muy por debajo de 2°C. El Fondo tiene una destacada trayectoria facilitando el acceso a la financiación climática y canalizando fondos a través de sus Entidades Acreditadas (EA). El GCF trabaja por medio de estas entidades para reducir los riesgos y aumentar las inversiones resilientes al clima a través de la movilización de recursos adicionales de capital privado.
De acuerdo con el documento “Cambio Climático y Riesgo Financiero”, emitido por el Fondo Monetario Internacional en diciembre de 2019, existen dos categorías de riesgos principales relacionados con el clima, que se prevé que afrontará la economía mundial: los riesgos físicos y los riesgos de transición. Estos riesgos amenazan el funcionamiento de las instituciones financieras, así como la estabilidad de todo el sistema financiero.
El sector financiero debe responder a los cambios climáticos, porque deben dirigir sus inversiones y financiamientos hacia aspectos climáticos. Existe mucho desconocimiento en este tema. En agosto de 2019, la Corporación Interamericana para el Financiamiento de Infraestructura CIFI con el objetivo de financiar proyectos de desarrollo sostenible que apoyan a frenar el cambio climático en el planeta, emitió los primeros bonos verdes a través de la Bolsa de Valores de Panamá, ganando un reconocimiento internacional.
Según estudio reciente del BID, la mayor parte de la banca privada de América Latina y el Caribe todavía evade el peso del cambio climático en su estrategia y operaciones. Los datos demuestran que la pandemia del coronavirus ha generado la mayor caída en la emisión de dióxido de carbono de la que se haya registrado en la historia. En el cielo hay menos aviones, menos autos en las carreteras. El consumo de energía ha bajado. Desde el espacio, los satélites reportan que hay una disminución de gases contaminantes en la capa atmosférica y las aguas se ven mucho más cristalinas, así como animales que pasean felices por todos lados. Todo esto nos indica que existe una conexión entre el coronavirus y el cambio climático estamos teniendo nuevos patrones de consumo, patrones comerciales, cambios de horarios y nuevas formas de trabajar de los empleados.
Para combatir los grandes problemas del cambio climático existen soluciones tecnológicas, los cuales se han convertido en una esperanza en estos temas. Según un informe de la ONU del 2020, se investiga ocho campos de innovación: inteligencia artificial (IA); Internet de las cosas (IoT); 5G; tecnología de energía limpia; gemelo digital; robótica Tecnologías Space 2.0; y digitalización y Big Data. La Inteligencia Artificial, la robótica y el 5G pueden desempeñar un papel crítico en la contención del calentamiento global.
No existe una tecnología consolidada para revertir los efectos del cambio climático. Diversos estudios demuestran que el beneficio del uso de las tecnologías para el monitoreo ambiental que existe en todo el mundo mejoran la toma de decisiones oportunas en la prevención y corrección, y son el soporte de las medidas de emergencia antes, durante y después de una contingencia ambiental. El proceso general de cambio tecnológico implica: inventar, innovar, adoptar y difundir.
La tecnología es una parte de la solución, pero no toda, puesto que la otra parte es el consumo responsable para evitar más emisiones a la atmósfera y reducir las consecuencias del cambio climático.
La sostenibilidad es relevante para el sector financiero, dado que permite canalizar fondos a empresas que demuestren su capacidad para aprovechar las nuevas oportunidades de mercado y garantizar que las empresas en sectores más riesgosos gestionen adecuadamente los riesgos ambientales y sociales asociados.
*Las opiniones aquí expresadas son de exclusiva responsabilidad del autor, y pueden no coincidir con las del cuerpo editorial de esta revista o las de este gremio empresarial.