Por: Gustavo Manrique Salas | [email protected]
En el marco del diplomado de negocios sostenibles y ESG desarrollado por la escuela de negocios IESA y su Centro de Sostenibilidad y Liderazgo Responsable en la Ciudad del Saber, me tocó compartir con los alumnos algunas ideas sobre las tendencias ESG (Ambiente, social y gobernanza, por sus siglas en inglés), con énfasis en ambiente.
La mirada de los inversionistas y los accionistas de las empresas está cada vez más enfocada en cómo evaluar y aplicar estos criterios para su toma de decisiones, mitigar riesgos y crear oportunidades. Esto exige identificar sus impactos y establecer una agenda de mitigación de estos, así como reportar de forma transparente sus avances.
La población humana consume tantos recursos naturales como si tuviéramos a nuestra disposición casi dos planetas.Esto está deteriorando gravemente la salud del planeta y, con ello, las propias perspectivas de futuro de la humanidad.
El 15 de noviembre de 2022 nació Damián, un bebé que marcó un hito en materia de crecimiento demográfico, al llevar a la población mundial a la cifra de 8,000 millones de habitantes. La perspectiva es que la población siga creciendo, generando aún más presión sobre nuestro planeta y sus recursos.
La visita a la clase del reconocido explorador Ricardo Moreno, fundador de Yaguará, una organización dedicada a la protección de los felinos en especial el Jaguar, permitió poner en contexto el impacto que tiene la actividad humana en nuestra biodiversidad.
La preocupación es profunda. El informe de la World Wildlife Fund (WWF) destaca que la velocidad y el impacto negativo de las actividades humanas en la naturaleza se manifiesta en el descenso del 69% (promedio) en la abundancia poblacional de mamíferos en los últimos 50 años.
En la versión 2022 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, un total de 16,900 especies animales figuraban como amenazadas, más del doble que en 2007.
La pérdida de biodiversidad ahora también es reconocida por los bancos centrales del mundo como fuente de riesgo sistémico junto con el cambio climático.
Aunque parezca una relación muy lejana, las empresas tienen que comenzar a jugar un rol de liderazgo en su compromiso ambiental relacionado a nuestros ecosistemas, incluyendo la biodiversidad.
Es evidente que conseguir un cero neto de pérdida de naturaleza ya no es suficiente; el tiempo de la sostenibilidad ya pasó y hay que impulsar la restauración de los ecosistemas, un objetivo de saldo neto positivo para la naturaleza.
Un cero neto positivo será clave para la biocapacidad del planeta (la capacidad de sus ecosistemas para regenerarse). Nuestro planeta nos ha demostrado que puede resurgir si le damos la oportunidad.
En estos tiempos parece que todos estamos de acuerdo que generamos impactos y tenemos que hacernos responsables de esos impactos, éste es un llamado a las empresas que tienen en sus manos un poder incuantificable para generar un cambio global. Contamos con la tecnología, se necesitan fuentes de financiamiento, un liderazgo responsable y voluntad para avanzar.
