Por: Malema De León | [email protected]
Se desarrollan iniciativas para impulsar la inversión en innovación y tecnología avanzada para la producción de alimentos en ambientes controlados
Ante los desafíos que plantea el calentamiento global para la agricultura y la seguridad alimentaria, la producción en ambientes controlados constituye una forma de adaptación que requiere inversiones en la búsqueda de soluciones viables en América Latina y el Caribe. De ahí que Panamá y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) suscribieran un convenio de cooperación para impulsar la implementación del Centro de Investigación y Producción en Ambiente Controlado (CIPAC), proyecto enfocado en el establecimiento de alianzas estratégicas entre el sector público y privado que garanticen su desarrollo, operatividad y sostenibilidad.
Durante un taller sobre “Agricultura vertical en ambiente controlado”, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) y el IICA se dio a conocer que en este centro sin fines de lucro se desarrollarán investigaciones de carácter universal, de manera sostenible y eficiente. Se proyecta que el CIPAC se convierta en una Asociación de Interés Público (AIP).
Al respecto, el secretario nacional de la Senacyt, Eduardo Ortega-Barría, expresó que, bajo esta figura jurídica, se facilitará la gobernanza y continuidad a mediano y largo plazo, atendiendo temas de interés nacional, científicos y sociales, en beneficio del país y facilitando la ejecución de proyectos con fondos públicos y privados.
Por su parte, Gerardo Escudero, representante del IICA, explicó que el aceleramiento de la inversión en la producción de alimentos en ambientes controlados, en particular en agricultura vertical, así como el aceleramiento del uso de tecnologías físicas y digitales, especialmente en Estados Unidos, Asia, Europa, Canadá y en menor medida en América Latina y el Caribe, se expresa en un mercado que está aumentando a tasas anuales de crecimiento compuesto del 25% en los últimos tres años.
Lo anterior, agregó, permite proyectar para el año 2030 al menos el mantenimiento de este ritmo de crecimiento, pasando de los US$3,300 millones en 2020 a US$4,120 millones en 2021 y proyecciones que alcanzarán cifras superiores a los 31 mil millones de dólares, “lo que refleja la magnitud de estos cambios, de los cuales Panamá no puede quedar al margen”.
El taller con expertos nacionales e internacionales formó parte de un proceso que durante los últimos cinco años han estado impulsando, en conjunto, instituciones como el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA), el Instituto de Innovación Agropecuaria de Panamá (IDIAP), la Universidad de Panamá (UP), la Fundación para el Desarrollo de la Agricultura en Ambiente Controlado (FUNDAAC), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), la Senacyt y el IICA.
Ambientes controlados y protegidos
La producción de alimentos en ambientes controlados involucra el uso de tecnologías de vanguardia en la construcción, manejo y optimización de invernaderos y fincas verticales. Esta forma de producción permite proteger los cultivos de los elementos externos mediante el control del medio donde se desarrollan, incluyendo el suelo, la nutrición, humedad, clima, luminosidad, temperatura y plagas, desde la semilla hasta la cosecha de productos frescos.
Los alimentos producidos de esta manera son saludables y garantizan un mayor rendimiento y frescura, independientemente de las condiciones climáticas, se informó.
En marzo pasado, el IDIAP anunció un proyecto consensuado sobre agricultura vertical, financiado por el Fondo Regional de Tecnología Agropecuaria (FONTAGRO), con la participación de Argentina, Colombia, Costa Rica y Panamá, principal ejecutor de esta iniciativa, con el objetivo de determinar la factibilidad en la producción de alimentos en sistemas de agricultura vertical que contribuyan a promover el uso de este tipo de tecnologías como una alternativa a la producción de alimentos sanos que favorezcan la competitividad, la resiliencia al cambio climático y la seguridad alimentaria sostenible en la región.
Por medio de la agricultura vertical se pueden aprovechar al máximo los espacios, explicó el Dr. Javier Pittí, gerente de proyecto, enfatizando que este busca validar tecnologías que pueda aplicar el mediano y pequeño productor a nivel local, periurbano o rural.
La agricultura vertical se caracteriza por producir cultivos hortícolas en estructuras dispuestas verticalmente y su uso permite un significativo ahorro del agua y minimiza el uso de productos fitosanitarios, esta tecnología puede ser utilizada bajo condiciones controladas y en ambientes protegidos. Además, combina tecnologías como la hidroponía, la aeroponía, técnicas de iluminación artificial (LED) o luz solar, regulación de la temperatura, humedad relativa, entre otros, para el manejo óptimo de los factores de crecimiento y desarrollo demandados por las plantas.
Apreciaciones de la FAO
En una mesa redonda de alto nivel de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) celebrada hace un año, se indicó que la innovación es necesaria en todo el espectro de las cadenas de valor de los sistemas agroalimentarios mundiales para responder a los dos grandes desafíos del cambio climático y el hambre.
“Tenemos que producir más con menos: más cantidad, más calidad y más diversidad. Debemos pasar de la diversidad biológica a la diversidad alimentaria”, aseguró Sr. QU Dongyu, director general de la FAO. “Queremos construir un sistema que sea realmente sostenible, desde el productor hasta el consumidor, en el que el desperdicio cero tiene que ser la nueva norma”, añadió.
Los participantes en el panel de alto nivel coincidieron en la importancia de aprovechar la innovación, la tecnología y los datos de forma que se beneficie a todo el sistema alimentario, ayudando tanto a los agricultores como a los consumidores en términos de lucha contra el hambre, nutrición y utilización de los recursos naturales.

					











