La economía está alineada a las pequeñas y medianas empresas, integración en cadenas de valor, cambio climático, y género y diversidad.
Por: Malema De León | [email protected]
En Punto sobre la i, un blog del Banco Interamericano de Desarrollo (BID que invita a conversar sobre innovación en la región, Sylvia Dohnert se refirió a la ‘Economía Azul’ en su escrito “Tendencias de la economía azul – ¿qué podemos aprender del Caribe?”.
Dohnert, especialista líder de desarrollo del sector privado del BID, señala en la mencionada publicación que “la economía azul emplea un gran porcentaje de la población global, y su contribución se estima conservadoramente en US$1.5 trillones anualmente, aproximadamente 3% del valor agregado global”.
De acuerdo con lo planteado, la Economía Azul son las actividades económicas que utilizan los recursos marinos o fluviales de manera sostenible, y se esgrime como una posibilidad de expandir el crecimiento de muchos países del mundo. Y, desde el punto de vista del BID, la Economía Azul es importante puesto que está alineada con cuatro de sus cinco prioridades de la visión 2025: pequeñas y medianas empresas, integración en cadenas de valor, cambio climático, y género y diversidad.
Se destaca que, en las Américas, el Caribe es la subregión cuyo futuro está más comprometido por temas de vulnerabilidad climática y escala poblacional, y que a la vez podría beneficiarse más de un fuerte desarrollo de esta economía. “Es interesante por lo tanto mirar las tendencias en materia de economía azul en esta región”, opinó la especialista.
Para los países del Caribe, cuyas economías turismo-dependientes han sido impactadas por la crisis del COVID, hay una expectativa colectiva de que la Economía Azul y sus tecnologías asociadas puedan ser una nueva fuente de crecimiento económico.
A juicio de Dohnert, aun cuando engloba ciertas verticales como pesca, turismo e industrias nuevas, también toca temas transversales que tienen implicancias sobre el ambiente y la calidad de vida de la población. “Por lo tanto, desarrollar la economía azul exige una gran coordinación, no sólo entre distintos ámbitos gubernamentales, sino también con la academia, el sector privado, la sociedad civil y las comunidades costeras”, sostuvo.
Visión de GFL
Green Finance for Latin America and The Caribbean (GFL) también hace referencia a la Economía Azul en sus plataformas. De su página web se desprende esta definición: Se relaciona con el uso, la gestión y la conservación sostenible de los recursos marinos a través de actividades que propician el desarrollo económico y la mejora de los medios de vida, a la vez que preservan la riqueza de la biodiversidad de las zonas afectadas.
Sobre el por qué de la economía azul, GFL cita a la Organización de las Naciones Unidas: Aproximadamente, el 97% de los pescadores del mundo reside en zonas costeras de los países en desarrollo y depende en gran medida de los recursos marinos para su sustento diario. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 “La vida bajo el agua” (ONU) identifica la importancia de preservar y regenerar la biodiversidad de los océanos para garantizar la seguridad alimentaria y las fronteras del planeta.
Datos como los mencionados llevan a señala que “la Economía Azul ofrece oportunidades para crear capacidad y fortalecer la resiliencia económica, social y ambiental de la región, así como la autosuficiencia de los pequeños Estados insulares (SIS) que dependen de los recursos oceánicos para el suministro de medios de vida” y el mantenimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Además, el espacio oceánico perteneciente a los SIS a menudo mengua considerablemente su espacio terrestre y presenta importantes retos y también oportunidades para el desarrollo económico.
Economía azul y logística
En el 7° Foro Mundial de Ciudades y Plataformas Logísticas, realizado en Panamá en octubre pasado, Rodolfo Sabonge, secretario general de la Asociación de Estados del Caribe, presentó el tema Economía Azul y Asociaciones Público-Privadas.
Durante su presentación, Sabonge indicó que los pilares de la Economía Azul aumentan la productividad y el empleo, al tiempo que indicó que otro aspecto que guarda relación es la conservación y preservación de la biodiversidad de los ecosistemas de los recursos marinos para generaciones futuras, así como la exportación sostenible de los recursos oceánicos.
También destacó el turismo sostenible está implícito en este tipo de economía. Se trata de un concepto de turismo que ha cambiado, indicó, toda vez que “no afecta el medio ambiente, ni a la gente ni a su cultura, es turismo de experiencia, rural, comunitario; y para que funcione necesita transporte y conectividad”, lo cual mejoraría el comercio regional.
Componentes, según CAF
Las oportunidades de la Economía Azul también ah sido aportado por otros entes regionales como el CAF- Banco de Desarrollo de América Latina. El año pasado, Federico Vignati, ejecutivo principal de Ambiente y Cambio climático en CAF, escribió al respecto.
En su artículo, Vignati mencionó el trabajo realizado por CAF desde 2016, en un abordaje integral de economía azul, que ha generado importantes canales de comunicación con los países del Caribe, y que combina tres componentes para impulsar la diversificación, sostenibilidad y resiliencia:
- Enfoque ecosistémico (territorial), que examina el valor de los sistemas marinos y costeros en la provisión de bienes y servicios. A través de este enfoque se reconoce, por ejemplo, que los estoques de pescado son el resultado de un ecosistema saludable y que por lo tanto para recuperar los estoques, habría que manejar de forma sostenible el ecosistema. Este es el abordaje de trabajo propuesto en el proyecto ¨Economía azul y Pesca Sostenible en el Caribe¨, una iniciativa regional que resulta del dialogo y colaboración del área ambiental de CAF con Belice, Barbados, Guyana, Jamaica, Panamá y St Lucia.
- Enfoque de la cadena de valor, que se centra en el aprovechamiento sostenible de los recursos de la biodiversidad, desde una perspectiva de ventajas comparativas, desarrollo de mercados, así como de distribución justa y equitativa de beneficios.
- Gestión adaptativa, que reconoce que las condiciones ambientales y climáticas están cambiando y que las intervenciones en infraestructuras portuarias y costeras, por ejemplo, deben apoyarse en la resiliencia natural que les ofrece el ecosistema, buscando tener una contribución positiva a su regeneración.
A su juicio, la COVID-19 ha hecho visible la fragilidad en la que se encuentran los recursos marinos en todo el mundo, inclusive en el Caribe. “Sin embargo, esta pandemia, también nos ha llenado de esperanza, demostrando, como la vida marina puede recuperarse y repoblar espacios que se daban por perdidos, cuando se les ofrece las condiciones y el tiempo necesario para hacerlo”.
Sostuvo que la lección y el desafío pendiente es conciliar el éxito de la reactivación económica post COVID-19 en el Caribe, con el éxito de la regeneración de los ecosistemas marino-costeros, “reconociendo que, en el cuidado de los océanos, se encuentra también, nuestra prosperidad”.