Por Luis Silvestre | Domain Pre-Sales-Principal Consultant en FICO

EL RIESGO ACTUAL QUE ATRAVIESA LA ESTRATEGIA CORPORATIVA 

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Luis Silvestre | Contacto: [email protected] 

En un entorno marcado por la volatilidad geopolítica, la aceleración digital, las presiones económicas y una creciente complejidad regulatoria, es natural que los líderes concentren sus esfuerzos en temas como la transformación, la eficiencia y la competitividad. Sin embargo, existe un factor silencioso y transversal que atraviesa todos estos desafíos y que, muchas veces, se subestima: el fraude. 

Más que un problema operativo o de cumplimiento, el fraude está íntimamente ligado a las decisiones más estratégicas del liderazgo corporativo, especialmente: 

  • En la reubicación de operaciones y el rediseño de cadenas de suministro. 
  • En el equilibrio entre inversiones en tecnología e IA con la necesidad de retorno de inversión sobre el capital. 
  • En la búsqueda de eficiencia operativa y protección de márgenes. 
  • En la atracción y retención de talento en un mercado escaso y competitivo. 
  • En la construcción de culturas organizacionales resilientes, ágiles e inclusivas. 

Pero ¿cómo hacer tangible esta conexión? Todo empieza con las preguntas correctas: 

  • ¿Cómo proteger a tu empresa cuando el defraudador luce, actúa y se comunica como un cliente legítimo? 
  • ¿Cómo equilibrar la adopción de IA con la exigencia de responsabilidad algorítmica, protección de datos y trazabilidad? 
  • ¿Cómo mitigar riesgos de exclusión digital y reducir la fricción en la experiencia del cliente? 
  • ¿Cómo anticiparse a la exposición jurídica y proteger la reputación de la marca? 

El fraude ha evolucionado más rápido que los controles. En un entorno marcado por la inflación persistente, la erosión de la confianza y la normalización del fraude de primera persona como “costo de hacer negocios”, la industrialización del fraude avanza con el uso masivo de IA y herramientas de automatización accesibles en el mercado. 

En este nuevo contexto, las soluciones basadas en comportamiento e inteligencia adaptativa se vuelven esenciales. La identidad estática, basada en “quién eres” o “qué tienes”, ya no es suficiente. La nueva frontera de la confianza exige un análisis continuo de cómo se comporta el usuario, con monitoreo contextual, dinámico y en tiempo real. 

La autenticación de hoy protege al momento. 

El fraude del mañana explota el movimiento. 

La nueva línea de defensa ya no es una barrera. Es un radar. 

Más que identificar al usuario por cómo digita, toca o mueve su dispositivo, lo que realmente diferencia a las organizaciones líderes es la capacidad de asociar estos eventos con el contexto, el patrón de gasto, la intención y el riesgo de cada transacción en tiempo real. Se trata de una transición decisiva: de una autenticación puntual hacia un modelo comportamental, transaccional y adaptativo, que conecte señales internas y externas para formar una identidad inteligente y dinámica del cliente. 

El defraudador del mañana ya está dentro del sistema. Sólo el comportamiento podrá evidenciarlo. 

Ésta no es una visión de futuro, es la realidad presente de las instituciones más avanzadas. Equipos especializados ya operan bajo este nuevo paradigma de identidad conectada, donde cada interacción alimenta decisiones más precisas, seguras y orientadas por el contexto. 

***Las opiniones aquí expresadas son de exclusiva responsabilidad del autor, y pueden no coincidir con las del cuerpo editorial de esta revista o las de este gremio empresarial.

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