La pauta de envejecimiento de la población es mucho más rápida que en el pasado. Para el 2050, se estima que el número de personas de 60 años o más será superior al de adolescentes y jóvenes de 15 a 24 años.
Por: Malema De León | [email protected]
Un reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que, en la actualidad, el número de personas de 60 años o más supera al de niños menores de cinco años. Según sus proyecciones, entre 2020 y 2030 el porcentaje de habitantes del planeta mayores de 60 años aumentará un 34% Considerando datos al respecto, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró ese periodo como la Década del Envejecimiento Saludable y pidió a la OMS que se encargara de liderar su puesta en práctica.
Con ese propósito de proporcionar un envejecimiento saludable a sus habitantes, los países se enfrentan a retos importantes para garantizar que sus sistemas sanitarios y sociales estén preparados para afrontar tal cambio demográfico. Y es que, de acuerdo con el organismo, la mundialización, los avances tecnológicos (por ejemplo, en el transporte y las comunicaciones), la urbanización, la migración y los cambios en las normas de género influyen en la vida de las personas mayores de formas tanto directas como indirectas. “Una respuesta de salud pública debe hacer balance de las tendencias actuales y futuras y diseñar sus políticas en consecuencia.
Década del envejecimiento
La Década 2020-2030 es un proyecto de colaboración a escala mundial que pretende aunar los esfuerzos de los gobiernos, la sociedad civil, los organismos internacionales, los profesionales, el mundo académico, los medios de comunicación y el sector privado para llevar a cabo una acción concertada, catalizadora y colaborativa a lo largo de 10 años orientada a promover vidas más largas y saludables.
La Década tiene en su base la Estrategia y Plan de Acción Mundiales de la OMS sobre el Envejecimiento y el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento, y es un apoyo para el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Sus objetivos:
- Reducir las desigualdades en materia de salud y mejorar la vida de las personas mayores, sus familias y sus comunidades a través de la acción colectiva en cuatro esferas.
- Cambiar la forma de pensar, sentir y actuar en relación con la edad y el edadismo. Desarrollar las comunidades de forma que se fomenten las capacidades de las personas mayores.
- Prestar servicios de atención integrada y atención primaria de salud centrados en la persona, que respondan a las necesidades de las personas mayores.
- Proporcionar acceso a la asistencia a largo plazo a las personas mayores que la necesiten.
Diferencias y necesidades de las personas mayores
La OMS considera adulta mayor a toda persona mayor de 60 años; no obstante, señala que no hay una persona mayor «típica». De acuerdo con planteamientos de este organismo, algunos octogenarios tienen unas facultades físicas y psíquicas que nada tienen que envidiar a las de muchos veinteañeros. Otras personas, en cambio, sufren un deterioro considerable a edades mucho más tempranas. “Por ello, la respuesta de salud pública debe ser integral, a fin de atender las enormes diferencias que existen en las experiencias y necesidades de las personas mayores”.
La diversidad que se aprecia en la vejez, en gran medida, se debe a los entornos físicos y sociales en que se encuentran las personas, puesto que ese entorno influye en sus oportunidades y sus hábitos relacionados con la salud. “La relación que mantenemos con nuestro entorno viene determinada por características personales como la familia en la que nacimos, nuestro sexo y etnia, y eso da lugar a desigualdades en nuestra relación con la salud”, se señaló.
Estudios en Panamá
Sobre la salud de las personas adultas mayores, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) organizó en Panamá un foro en el que se compartieron los detalles más recientes de los estudios científicos locales.
Las intervenciones de este evento estuvieron a cargo de Gabrielle B. Britton, PhD en psicología y neurociencias, investigadora y coordinadora del Centro de Neurociencias del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología de Panamá (Indicasat AIP); Nelson Novarro, jefe de Neurología de la Caja de Seguro Social (CSS); Alcibiades Villarreal, doctor en Biotecnología e investigador del Centro de Neurociencias del Indicasat AIP Unidad Clínica; y Diana Oviedo, doctora en Neurociencias, investigadora asociada del Indicasat AIP – Centro de Neurociencias y docente y coordinadora de investigación para la Escuela de Psicología de la Universidad Santa María La Antigua (USMA).
Durante esta iniciativa, la Dra. Britton se centró en el PARI (Panama Aging Research Initiative, por sus siglas en inglés), un programa de investigación que se inició en 2010, enfocado ampliamente en la salud de personas mayores y en el envejecimiento. “Estudiar la salud de personas mayores con un enfoque en la prevención de las condiciones más asociadas a la edad, como el deterioro cognitivo y el Alzhéimer, tiene como objetivo proporcionar la evidencia para apoyar el desarrollo de políticas públicas para mejorar la atención de la salud pública geriátrica y reducir la carga de envejecimiento en los sistemas de salud y las personas”, apuntó.
En tanto, el doctor Novarro expuso el tema “Depresión y estenosis carotídea en el adulto mayor ¿Tienen relación?”, en el que trató la importancia de la depresión en el adulto mayor, la estenosis carotídea o arterioesclerosis en las arterias carótidas como causante de eventos vasculares cerebrales y su rol establecido como marcador del riesgo cardiovascular, y, por último, cómo ambas condiciones pueden compartir sustratos comunes.
El doctor Villarreal, por su parte, habló de “Biomarcadores del envejecimiento y del deterioro cognitivo en panameños”, presentación en la que enfatizó las actuales herramientas (marcadores biológicos) para diferenciar individuos con y sin deterioro cognitivo. “Dentro de estos biomarcadores o marcadores biológicos tenemos algunos que se pueden medir en sangre, así como en líquido cefalorraquídeo y otros como imágenes del cerebro”, señaló.
La doctora Oviedo presentó las “Intervenciones no farmacológicas en el envejecimiento y deterioro cognitivo”, indicando que, desde el inicio del PARI se han realizado estudios clínicos para evaluar la función cognitiva en adultos mayores y examinar su relación con factores demográficos, de salud y genéticos. Y en la actualidad, además de los estudios descriptivos, surge la necesidad de generar evidencia sobre intervenciones que permitan enlentecer o detener el deterioro cognitivo de adultos mayores.
“La importancia de realizar investigaciones sobre intervenciones no farmacológica radica en generar data sobre métodos de bajo riesgo que impacten la salud general y creen cambios a largo plazo. En América Latina existe escasez de tratamientos y terapias basadas en evidencia. Nuestro estudio se enfocará en generar data científica en adultos mayores en Panamá”, explicó la Oviedo.
Para la OMS, los profesionales de la salud pública, así como la sociedad en general, deben hacer frente a situaciones que pueden dar lugar a discriminación y afectar a la formulación de políticas y la creación de oportunidades para que las personas mayores disfruten de un envejecimiento saludable.