Por: Raquel Robleda | [email protected]
Mi gratitud con el Consejo Nacional de Periodismo por el privilegio de presidir el gremio de todas las asociaciones enfocadas en luchar por la libertad de expresión, la formación del periodismo ético, responsable y la autorregulación de los medios de comunicación en Panamá, cuando se cumplen 20 años de su fundación. Comparto fragmentos de las reflexiones expresadas en el acto de Toma de Posesión sobre el periodismo y sus desafíos.
Los medios de comunicación y los periodistas han jugado un papel único durante los dos años de la pandemia, la cual evidenció que la mentira siempre busca la forma de ganar y necesitamos nuevas armas para combatirla. El periodismo está llamado a velar y defender los intereses y libertades de la colectividad, presentar las causas que deben ser discutidas y analizadas, manteniendo siempre el compromiso con la verdad.
Debemos evitar, y cito a Don Quijote, “que los hechos se conviertan en enemigos de la verdad”, porque ante la falta de liderazgo ético, la verdad es la única luz de esperanza. Necesitamos del liderazgo de los medios de comunicación y seguir haciendo periodismo responsable para que prevalezca, y más aún ante el desafío que nos presentan las redes sociales, que han sido escenario de un debate público viral que apela a las bajas pasiones y al odio, mas que a la ética y la verdad. En los buscadores y en las redes, el éxito o el fracaso de la propagación de un contenido no depende de su calidad o de autenticidad, sino más bien de su carga viral. Lo que no deja de tener cierta similitud con la pandemia y con el virus que la provocó.
La información es un bien social, y las libertades y valores universales que debemos vigilar como la igualdad, la dignidad de la persona, y los derechos humanos nos hacen a todos responsables. Las constantes denuncias contra periodistas y medios de comunicación como mecanismos de intimidación constituyen una clara obstrucción a la vía democrática. Aunque hemos registrado avances, en el índice de Libertad de Expresión de Chapultepec aparecemos en 2021 con una baja restricción, un desafío permanente para alcanzar la libertad de prensa plena, que solamente lograron Uruguay y Chile.
En 2020, el Presidente Laurentino Cortizo Cohen fue el primer mandatario en la Región Latinoamericana en firmar la Declaración de Chapultepec, con la reflexión de que el periodismo investigativo en Panamá no conlleva como en otros países un riesgo mortal como tampoco el peligro de ver medios clausurados porque incomodan al poder. Su firma es un gran avance, pero no nos llamemos engaño, hay muchas batallas libradas en los últimos 20 años que han puesto en peligro a los medios de comunicación por incomodar al poder.
Los periodistas y medios de comunicación actúan como una conciencia que critica y denuncia, y eso es lo normal, pero esto no los debe convertir en objeto de amenazas y demandas que utilizan la justicia para acusaciones infundadas que atentan contra los principios de La Declaración de Chapultepec y de Salta.
Si bien es cierto que libertad de expresión no es negociable, la misma requiere de un sistema de justicia inclusivo y equitativo, que funcione y ofrezca garantías en todos los sentidos, dotado de los recursos necesarios para asegurar agilidad, transparencia, ética y eficiencia.
Según Pedro Vaca, Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “requerimos de poderes ejecutivos meticulosamente respetuosos de la libertad de expresión, poderes legislativos con profundas convicciones de pluralismo, y poderes judiciales que acudan en defensa de la libertad de expresión y libertad de prensa”. Esta sería la mejor garantía de fracaso para aquellos que pretenden utilizar la justicia como mecanismo para obstaculizar el debate público, intimidar y coartar libertades.
La responsabilidad para garantizar estos derechos es una cuenta pendiente por el bien común. Debemos estar orientados desde nuestro rol como periodistas al correcto desempeño del oficio, así como a procurar la eliminación de cualquier distorsión en la función informativa. Es nuestro compromiso desde el CNP, a través de la autorregulación como nuestra razón de ser porque la regulación de los medios y del libre ejercicio del periodismo es un atentado contra la libertad de expresión, el Derecho Humano transversal a todos los que Promulgó la Declaración Universal en 1948.
***Las opiniones aquí expresadas son de exclusiva responsabilidad del autor, y pueden no coincidir con las del cuerpo editorial de esta revista o las de este gremio empresarial.