Por: Catalina Fandiño Valderrama | [email protected] / www.consultoriasproductivas.com.
Como prevencionista en riesgos laborales, nos enfocamos en el bienestar del trabajador para desempeñar de forma segura sus funciones. Crear un ambiente laboral seguro requiere no solo de condiciones seguras que garantice la integridad de las personas. También se extiende hacia los actos que ellos mismos generen. Suena fácil, pero en más complejo de lo que parece, pues cada ser es un mundo individual con su pensamiento, creencias y costumbres propias.
Los prevencionistas tenemos la tarea de crear dentro de las organizaciones la cultura en Prevención de Accidentes; es decir, no esperar a que sucedan para actuar frente a un riesgo, sino evitarlo.
Hoy quiero llevar esta cultura hacia un punto más humano que nace desde el comportamiento y la actitud del trabajador. Factores claves que determinan las consecuencias del nivel de riesgo al que se expone cuando no focalizamos la atención en la acción consiente que ha generado llevar dicha acción.
Es muy común al momento de realizar una Investigación de Accidente que su causa raíz principal sea “Factores personales”, sin profundizar más allá (por ejemplo, ¿qué lo motivo a omitir una acción segura? / ¿Cuál era su estado anímico antes y durante la realización de sus actividades para que ocurriera el accidente? ¿Cómo se siente en la empresa?).
Pero, qué lleva al trabajador realizar dicha acción cuando la empresa se esfuerza en crear cultura prevencionista; cuando la empresa cumple con programas de formación y capacitación a los trabajadores, y aun así ocurren accidentes laborales. Es allí donde debemos cambiar el enfoque de la causa raíz y comenzar a gestionar programas orientados hacia un trabajo de equilibrio y armonía hacia la persona, no hacia el trabajador.
Todos los seres humanos estamos llenos de inseguridades. Cuestionamos nuestros pensamientos, nuestras acciones, nuestras emociones. Nos arrepentimos de la forma en que reaccionamos hacia situaciones que no podemos controlar o inesperadas. Nos sucede a nivel personal y no es ajeno a nuestro entorno laboral. Nadie es ajeno al estrés laboral diario o constante en que se puede enfrentar en su día a día por las responsabilidades propias de su cargo. Lo que no puede ser ajeno es la responsabilidad que tienen las organizaciones en desarrollar e implementar programas enfocados hacia el tema. Son más las personas que llevan sus problemas laborales a sus hogares que viceversa. ¿Cómo podemos comenzar?
El primer paso debe ser llevado por la misma organización y su alto mando. El compromiso por el bienestar de sus colaboradores debe ser reflejado en acciones más allá de proporcionar condiciones seguras laborales. Los ambientes laborales también se ven afectados ante los comportamientos personales de los integrantes de toda organización.
Prácticas de atención y consciencia plena de los actos internos.
Todos tenemos inseguridades en menor o mayor grado. Temores mal infundados desde pequeños. Formas de pensar que alimentan una reacción o actitud negativa hacia ciertas situaciones de la vida. No olvidemos que, en el aspecto laboral, todo ello lo reflejamos. Es común que un trabajador considere que un accidente ocurre por “mala suerte” dejando a un lado todos los factores personales que conllevo dicho suceso.
Implementar programas de prácticas de consciencia de los actos enfocados, principalmente a lo interno, nos llevará a desarrollar la responsabilidad que tenemos cuando actuamos de forma impulsiva o bajo estrés. Vamos así poco a poco a “omitir un acto seguro que conlleva seguro a un accidente laboral”.
Desarrollando consciencia plena de nuestros actos internos, estaremos más atentos a nuestros actos externos. Podrá sonar lo mismo, pero no lo es. Cuantas veces pensamos en la forma de realizar alguna actividad o tarea, pero terminamos haciendola de forma contraria a lo planeado. Creando esta consciencia plena, seremos realistas ante las consecuencias que creamos por nuestra propia decisión. (Ejemplo, un trabajador usa la herramienta eléctrica de forma inadecuada. Es consiente de ello y sabe que un accidente es la consecuencia de su propia decisión). Este paso debe desarrollarse primordialmente como individuo, no como trabajador. Las prácticas y ejercicios deben evitar ser enfocados en situaciones laborales, dado que su finalidad es comenzar a crear consciencia plena de sus actos internos personales para que estos sean reflejados en su entorno de trabajo.
CREAR ESPACIOS DESTINADOS A LA RELAJACIÓN O MEDITACIÓN
Así como destinamos espacios para la alimentación de los colaboradores (comedores), de la misma forma debemos crear espacios y tiempos para la relajación o meditación. Para algunos, esta práctica es considerada tiempo laboral muerto o pérdida de tiempo, ya que su empresa se basa en resultados de producción, lo que es erróneo. Implementar esta herramienta dentro de los centros de trabajo no solo mejora la calidad de vida del trabajador, sino que aumenta su productividad, su autoconfianza, genera armonía y motivación para desarrollar sus funciones y por supuesto, disminuye notablemente enfermedades y accidentes laborales.
Cada organización puede incluir dentro de su plan de trabajo de seguridad estos ítems desarrollándolos de forma programada (todos los viernes o algunos días al mes, por ejemplo).
No olvidemos que un trabajador sano es el reflejo del ambiente laboral de la empresa. Las incapacidades laborales son un pequeño porcentaje materializado en accidente. Enfoquémonos en el bienestar emocional generado por las mismas responsabilidades laborales. Mente sana = cuerpo sano = trabajador sano.
***Las opiniones aquí expresadas son de exclusiva responsabilidad del autor, y pueden no coincidir con las del cuerpo editorial de esta revista o las de este gremio empresarial.